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Chupete y chupar el dedo pulgar

Recientes investigaciones indican que el uso del chupete previene el llamado síndrome de muerte súbita del lactante y que es útil para estimular la succión en prematuros. También calma la ansiedad de los niños y es un analgésico muy eficaz para el dolor. Además, datos demuestran que si dejan de usarlo a la edad adecuada, los perjuicios sobre la dentición son reversibles. La edad ideal para la retirada del chupete está entre los 24 y 30 meses.

Cuando un niño chupa un chupete lleva a cabo lo que los expertos denomina succión no nutritiva (sin propósito de ingerir alimento alguno) los dientes centrales inferiores se inclinan paulatinamente hacia dentro, mientras que los antagonistas en el maxilar superior, tienden a separarse y dispararse hacia fuera (dientes de conejo). Con el tiempo, los caninos (colmillos) chocan entre sí y ambas filas de dientes no se cierran correctamente (mordida abierta). Además, la acción de succionar pone en funcionamiento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que, finalmente las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo (mordida cruzada).

El uso del chupete, en lo referente al desarrollo de la dentición, provoca fundamentalmente a medio largo plazo mordida cruzada posterior; problema reversible en muchas ocasiones al dejar de usarlo a tiempo.

En cambio, el hecho de chuparse el dedo acarrea muchos otros problemas en la alineación dental. Favorece la mordida abierta, pero además, la presión que ejerce el pequeño al succionar el propio dedo, deforma la bóveda del paladar elevándolo y estrechando la arcada maxilar superior: “paladar gótico” lo que dificulta la masticación, deglución y dicción del pequeño.

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